Persecución policial a más de 200 km/h tras un golpe de aluniceros en Alicante

Los ladrones llevan una decena de asaltos a tiendas y robos de vehículos de gama alta en toda la C. Valenciana en dos meses: cuando los 'amortizan' los queman, los rocían o, simplemente, los abandonan

Asaltan una tienda de electrónica en València y huyen en un Posche Panamera

Levante-EMV

València

La banda de aluniceros que este jueves dejó estupefacto al vecindario del Pla del Remei tras el robo en la histórica tienda de lujo Chapeau de la calle Hernán Cortés de València, en el que se hicieron con un botín millonario en bolsos y zapatos en un asalto relámpago lleva una actividad frenética, pero bien planificada, en los últimos dos meses. Un grupo de Policía Judicial de la Guardia Civil y otro de la Policía Nacional intentan ponerles nombre y apellidos a los ladrones y coto a sus fechorías que, por ahora, rondan la decena en esas ocho semanas.

Hace dos semanas, justo tres días después del golpe en la tienda de telefonía y electrónica de la avenida del Puerto de València, burlaron a las fuerzas de seguridad tras una persecución de vértigo a más de 200 kilómetros por hora a lo largo de 150 kilómetros, desde Albal hasta San Juan, en Alicante, donde se esfumaron. Llevaban un potente Mercedes, robado, claro, que dejó atrás sin esfuerzo los modestos coches patrulla. "Los cogeremos", coinciden fuentes de ambos cuerpos.

¿Una misma banda, o dos?

Aunque la tesis principal de los investigadores de uno y otro cuerpo, que, de momento, trabajan de manera separada y en función del lugar de comisión del delito, es decir, de la demarcación asignada a cada uno, es que se trata de una misma banda, hay algunos elementos diferenciadores que han llevado a los agentes a plantearse la posibilidad de que se trate de dos grupos distintos o, incluso, de un grupo grande con 'comandos' designados para cada golpe, con integrantes cada vez distintos.

Hay, no obstante, suficientes elementos comunes para pensar en una única organización criminal. El primero es el tiempo y el segundo, el espacio. No es lo más habitual que dos bandas cometan los mismos hechos delictivos en el mismo espacio temporal y geográfico, por lo que hay más probabilidades de que sea un solo grupo. También se repite no solo el patrón criminal, esto es, el modus operandi, sino también lo poco que se sabe aún de los ladrones.

Españoles, jóvenes, rápidos, tranquilos

En varias de las grabaciones de las cámaras de seguridad que había en los establecimientos asaltados se les escucha hablar lo suficiente como para determinar que, claramente, son españoles. También, que por su constitución física y la forma de moverse son jóvenes. Además, han exhibido otras dos condiciones: son muy rápidos y bastante audaces. No se aprecia nerviosismo durante los asaltos.

En todos los alunizajes, cuatro en Castellón, dos en València y alguno en Alicante que no habría trascendido, han empleado vehículos de alta gama y siempre robados; lógico, eso les permite usarlos como ariete contra el negocio sin preocuparse por su estado posterior.

Entre otras cosas, porque siempre van con dos vehículos -preferentemente todoterrenos por razones obvias-: uno, para estamparlo contra la tienda y el otro, para huir con la mercancía. Por eso, aunque el primero se quede sin motor por los choques contra el sistema de cierre del establecimiento, no hay problema porque disponen del segundo para escapar.

¿Dónde roban los vehículos?

Y ahí empiezan las diferencias. Hasta ahora, muchos de esos potentes vehículos han sido sustraídos en concesionarios, tanto oficiales como no. Pero no todos. En el asalto a Chapeau, por ejemplo, el BMW X3 blanco que usaron para reventar la luna exterior de la tienda y la persiana metálica interior fue robado en la calle, en este caso, en el centro de Alicante. Era -ha quedado seriamente dañado- propiedad de un empresario del sector náutico, una víctima aleatoria.

Otro elemento diferenciador: ¿Qué hacen con los coches una vez les han sacado todo el rendimiento posible? Obviamente, abandonarlos. Unas veces los queman para borrar cualquier vestigio de su paso por ellos -como hicieron con un Maserati que, sin ningún tipo de consideración, estamparon contra la cristalera de un concesionario de Puçol del que intentaron, sin éxito, llevarse un todoterreno Ford-, pero otras, los rocían con extintores porque consiguen el mismo efecto -es el caso del Porsche Panamera que emplearon en el golpe de la avenida del Puerto, y que apareció días después en Picanya-.

Extintores, material de doble uso

Los extintores -en el robo en Chapeau tenían preparado el de la tienda, pero se les olvidó en la puerta en el último momento, como se aprecia en las imágenes- tienen para ellos un doble uso, no solo sirve para borrar sus huellas, sino también para frenar a la policía arrojándoselos desde su coche cuando hay una persecución y los agentes se acercan demasiado.

Y una tercera modalidad. Abandonar los coches sin más. Lo han hecho varias veces, convencidos, con una soberbia que acabará delatándoles, de que son tan buenos que no dejan ni un vestigio que les pueda incriminar. ¿En función de qué una cosa o la otra? Probablemente, lo que más a mano tengan en cada momento y lo que menos capte la atención de quien pueda delatarles llamando a la policía. De momento, el segundo BMW X3 usado en el alunizaje de Chapeau, el más rentable por ahora para ellos, sigue sin aparecer.

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